No es novedad cuando dicen que las ordenanzas municipales están de adorno o simplemente son aplicadas para “los casos que conviene” –puede sonar exagerado, pero en líneas generales es así; empezando por las ocupaciones de veredas y la usurpación total de una conocida calle.
Con la escusa de que “así nomas luego es, que no solo en San Lorenzo no se cumplen las leyes comunales”, vemos a nuestra ciudad en un estado cada vez más desordenado y todo simplemente por no dar cumplimiento a algo fundamental, la Ordenanza.
Estas normas nos hacen acreedores de Derechos y Garantías que nos permiten hacer exigencias a nuestras autoridades municipales. Como a quienes estén incurriendo ante una falta, además de que se busca garantizar el Bienestar Social, mientras que su infracción nos hace pasibles de recibir Sanciones y Multas.
Es oportuno recordar que el miércoles 16 de julio pasado, el Concejal Ignacio Britez declaró en la sesión de la Junta Municipal que nadie respeta las ordenanzas. “Ape, macanada la ñande diligencia. Nadie respeta las ordenanzas”. Ese mismo día, su par Hugo Lezcano, acusó a sus colegas de no respetar las ordenanzas, concretamente en el caso de las comisiones vecinales –sin dudas, un bochornoso espectaculo. Por su puesto, esto sin entrar a tallar en las polémicas declaraciones del Director de Planificación, Carlos Iriarte, “que por falta de voluntad política, no se pueden cumplir con todas las ordenanzas”.
La Intendencia Municipal en estos casos tiene mucho que decir, puesto que a su cargo queda finalmente promulgar las ordenanzas y resoluciones, cumplirlas y reglamentar o en su caso, vetarlas.
En ese contexto, nuestras autoridades municipales están aplazadas. Y lo peor, que no buscan los mecanismos por superar esta problemática traducida en una vil anarquía.
El problema es preocupante y los actores que nos rodean son casi siempre los mismos.
Hoy varios de nuestros representantes buscan nuevamente el famoso “rekutu”. Los que precisamente “hoy” son los encargados de velar por el cumplimiento de las disposiciones legales; entonces, mal haríamos en depositar nuevamente nuestra confianza en ellos, puesto que no están cumpliendo con sus obligaciones como corresponde, salvo honrosas excepciones.
Si están verdaderamente interesados en sacar del pozo a la ciudad, este es el momento de un replanteamiento enérgico de esas prácticas tan cuestionadas –si todavía le importan su prestigio personal o la imagen que van a ir dejando.
Es tiempo de cambiarlas las cosas, los ciudadanos tenemos que tomar nota de estos hechos.
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