Por Sergio Velázquez
Y por su puesto que no fue la de subir, esa ilusión se diluyó hace ya bastante tiempo; pero sí, había una mínima esperanza de, al menos, no bajar, pero ni eso se pudo. El Rayadito se fue a la B, siendo ese descenso el amuleto más identificativo de este fracaso.
Fracaso que ya fue tal cual cuando el ascenso ya era más un espejismo que una realidad, o más bien, con el hecho de haber vuelto a una categoría donde, dicen que, San Lorenzo no puede estar.
Salvarse del descenso no iba a implicar que sea considerado como un "objetivo cumplido", para nada. Pero era lo que se imponía. Como lo dijo Ever Amarilla tras la goleada contra Colón, "Era lo que nos propusimos", pues era eso, era lo que les quedaba por hacer.
Lo íbamos a festejar, muy cierto. Pero no por el orgullo, ni con el pecho saliente; sino de un modo a desahogarse, a aliviarse, a decir "uf, de la que nos salvamos". Lastimosamente ni a eso se llegó.
Y muchos no quisieron creer que la protesta se iba a perder. Por opinar que esa posibilidad pudiera darse, para algunos ya eras negativo, poco sanlorenzano y hasta vendido; pero la razón jamás podía estar por debajo del fanatismo, mucho menos periodísticamente.
Tampoco estamos acá para restregarle en la cara nuestro acierto a esa gente y decirles "Cómo les quedó el ojo" o "chupense esa mandarina", porque el dolor por el descenso es de todos los aficionados rayaditos y uno, al acompañar todo un año a este equipo donde sea, y ya desde hace un par de temporadas, le toma cariño y lo comparte con el hincha.
Con el descenso no se acaba el mundo, pero el amor por el fútbol tiene esas cosas. Habiendo miles de problemas en la vida cotidiana, en algún rincón de la cabeza de alguien siempre está el quebranto por su club y nuestro quebranto, lastimosamente, se convirtió en una desilusión. No murió nadie, pero sí nuestra ilusión, que ahora se fue a la B.
Los responsables de esto, no pueden seguir donde están; es decir, pueden sí, pero ya no deben. En este artículo de opinión, no por el hecho de dejar de mencionarles nos olvidamos de ustedes. Concédanos el "permiso" de, primeramente, digerir esta rabia, esta impotencia, para no ir contra sus respectivas susceptibilidades, y así realizar un análisis más a fondo y lo más objetivo posible, de cuán incapaces fueron.
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