El historiador Luis Verón emitió la semana pasada a través de su página de Facebook su indignación por la realización de la preselección de Miss San Lorenzo en el IMA, antes que lo tuvieran en cuenta para la instalación de un centro cultural. A juzgar por sus expresiones, no cabe otra que justificable, y es que el Gobierno Municipal de Albino Ferrer nunca se ocupó debidamente de los temas relativos a la cultura.
"¿Qué es más importante? Un desfile de modelos con el apoyo irrestricto de las autoridades municipales –intendencia y concejales–. Cuatro años de desvelos por contar con un centro cultural donde pudiera tenerse la historia de la ciudad, exposición de fotografías, de obras de arte, de un museo ferroviario, de una biblioteca, tratados como basura, tanto el proyecto como los gestores", escribió Verón.
Es preciso señalar que la preselección en cuestión, y en absoluto, no contrapone a los propósitos institucionales de la municipalidad.
Ahora, el contraste planteado por Verón confirma que al gobierno de Albino Ferrer le importa un bledo la instalación de un centro cultural.
Sin dudas, una situación que ya a muchos no sorprende, pero hay que señalarlo.
Está aplazado, no cuenta con políticas públicas, es así que a lo largo de este tiempo la dirección de Cultura se ha dedicado a nimiedades, este año ya ni el desfile estudiantil se realizó.
Tampoco se pueden ufanar por la reconstrucción del IMA que ni siquiera fue entregada la obra a tiempo, una construcción que casi corre con la misma suerte del que hoy conocemos como “polifraude”.
Si bien valoramos la preservación y restauración del otrora Tren Lechero, la misma debe significar un concepto mucho más amplio, y no que solo sirva para la preselección de Miss San Lorenzo o bien el IMA.
Pareciera ser que poco y nada ya le importa ocuparse de la intendencia, es más, fuentes entorno a su persona lo confirman, pero…
El intendente Ferrer y sus incompetentes asesores, si lo tuviere, pues aparentemente no, deben comprender que su Gobierno Municipal requiere urgentemente de un cambio de timón. En este caso principios que permitan la estructuración de su política de gestión, sin distinción de raza, condición social, credo, sexo, nacionalidad, ni color, con una mirada filosófica acorde a los tiempos en que vivimos.
A pesar de los pesares como quien diría, Ferrer debe llamar a estos nobles agentes culturales que con mucho amor iniciaron ese sueño, pudiendo así instalar el tan ansiado espacio.
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