Según algunos estudios, este fenómeno se ha adquirido desde los años setenta en países como Estados Unidos, Suecia, Noruega y Reino Unido. En nuestro país es un fenómeno que se recrudece rápidamente y resulta altamente preocupante.
Enfocándonos a los que ocurre en nuestra ciudad, bien es sabido que semanas atrás alumnos de los colegios Nacional San Lorenzo y el Saturio Ríos se enfrentaron una vez más por causas irracionales, como “la territorialidad y el liderazgo de quien es el más fuerte”, entre otras motivaciones desconocidas.
Los colegiales y otros jóvenes ajenos a los centros educativos en cuestión, no solo se dieron golpes, también protagonizaron actos vandálicos, apedreando negocios, vehículos y domicilio, en consecuencia la Policía intervino y detuvo a varias personas.
El problema es complejo, debido que en ella se cruzan varios factores, entre ellas la pérdida de valores, empezando por las familias.
No obstante, es necesario volver a replantearnos temas como “la responsabilidad de los padres para con sus hijos, en el más amplio sentido de la expresión". Esa necesidad de mejorar la comunicación entre “mamá, papá e hijos, es imperiosa".
Y como no mencionar el rol del Estado, que tiene su gran cuota de responsabilidad. Bien podría reformular en profundidad nuestra política educativa, para así elevar nuestro nivel cultural, a través de “programas educativos para la tolerancia y prevención de la violencia en los jóvenes".
Por tratarse de nuestra área de influencia, pedimos a las autoridades locales encontrar los mecanismos para trabajar sobre el tema ¿Y porque no? Lanzar una “campaña escolar contra la violencia".
En definitiva, solo con la estrecha colaboración entre todos lograremos frenar esta problemática.
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